.

.

domingo, 2 de enero de 2011

EL CRIMINAL, Y EL DETECTIVE



EL CRIMINAL, Y EL DETECTIVE


El lo persiguió durante semanas y semanas. Lo perseguía con el fin de matarlo. Era el asesino más cruel de toda esa ciudad, la sola idea de que había matado a una niña empujándola de un acantilado le daba escalofríos. Sabía todo de él. Había estudiado archivos suyos hasta el hartazgo. Se privaba de comer, de beber y hasta de dormir. Lo único que hacía es buscar y buscar algún indicio que le revele su guarida.
Un día como cualquier otro, descubrió su escondite. Su primera reacción fue de sorpresa, todos los indicios apuntaban a que estaba en esa misma habitación, en ese mismo lugar.
Desesperado comenzó a golpear paredes, a patear el piso. Pero no lo encontraba por ningún lado. De repente, una idea se le cruzó por la cabeza – y si… ¿el criminal fuera ÉL? Todo coincidía el lugar, su descripción, ¡hasta su nombre!, ¡como podría haber sido tan tonto! ¡Él era el criminal! Comenzó a golpearse la cabeza fuertemente contra las paredes, debía hacerlo, debía matarse. Por el bien de la sociedad. En eso estaba cuando una alarma sonó y de repente vio todo negro…

-Murió de una rotura en el cráneo causado por los reiterados golpes contra la pared, - declaró la enfermera. – llevaba aquí dos años. Era un detective jubilado, llevaba una vida normal hasta que la trágica muerte de su hija lo arrojó hacía la locura, siempre se sintió culpable de su muerte. La niña se cayó de un acantilado a los 9 años en una excursión familiar, el no la pudo detener. Desde ese día lo único que hacía era leer un papel con su autobiografía escrita. Los oficiales no observaron los primeros golpes ya que estaban en un breve descanso, llegaron a advertir los segundos, pero era tarde.
Bueno sentimos mucho lo ocurrido hoy, ¡adiós!- fueron las palabras de la enfermera mientras retiraba el cadáver del manicomio.

Jeffrey Lionel Dahmer --- El Carnicero de Milwaukee



Jeffrey Lionel Dahmer 
El Carnicero de Milwaukee 



Asesino en serie estadounidense cuyo perfil psicológico es prototípico del hombre carente de todo aquello que hace tolerable llevar una existencia normal. Su actitud negativa le impidió tener amigos, relaciones, trabajos, intereses, ocupaciones, dinero, esperanzas o simplemente un lugar dónde vivir. Nunca llegó a socializarse y su cavernoso interior emocional se fue degradando mientras llenaba ese enorme vacío de fantasmas. 
Nació el 21 de mayo de 1960 en el hogar de un matrimonio problemático compuesto por un conocido investigador químico y una neurótica emotiva y autocompasiva. Era un niño tímido y solitario que temía el abandono y daba la impresión de estar desamparado. 
El joven Jeffrey no hacía más que gritar pidiendo atención desde la temprana edad, aunque fuera subconsciente. Pero esos gritos no fueron oídos por unos padres demasiado absortos en sus propias guerras personales durante un amargo divorcio que dejó al niño con la sensación de ser abandonado.
Pronto se interesó por la anatomía animal. En el sótano de su casa guardaba un montón de huesos de conejos, pollos y otros animales, sintiendo gran curiosidad por verlos dentro de los animales vivos que manipulaba. Su familia cambió de vivienda seis veces antes de establecerse en 1968 en Ohio. La mayor parte de su infancia la pasó escondido en un cobertizo de madera en una colina cazando insectos en frascos y conservándolos en formol. Luego pasó a las ardillas, mapaches y otras piezas más grandes, transportando los cuerpos hasta el bosque, donde los dejaba pudrirse. Luego sumergía los restos en lejía para limpiar y blanquear sus huesos. 
Su madre, tras una temporada en el hospital, tubo que guardar cama por el resto de sus días por haber ingerido enormes cantidades de tranquilizantes y otras drogas, hecho que ensimismaría a Dahmer en un aislamiento inquebrantable. 
A los 11 años ya hablaba de manera monocorde. Se convirtió en un solitario, balando como una oveja en el aula de clase o comportándose como un retrasado en las tiendas para llamar la atención de sus compañeros. También comenzó a beber y a masturbarse compulsivamente utilizando revistas para homosexuales o mirando las entrañas de los animales que cazaba. A los 16 años solía ir borracho a clase, donde tenía un solo amigo que era proveedor de marihuana y con quien se colocaba a diario. El joven se refería al alcohol como su "medicina", un tónico autorrecetado con la intención de calmar sus momentos de angustia. Y ese alcohol a su vez, alimentaba su inclinación hacia la excentricidad. 
A los 17 años, tras observar un joven que a diario pasaba haciendo jogging delante de su casa, sintió un deseo desenfrenado de poseerlo. Como no se atrevía a abordarlo para entablar una conversación, optó por coger un bate de béisbol y se dispuso a esperarlo con la idea de atacarle cuando pasara, pero afortunadamente el joven dejó de ir a correr por esa zona, salvándose de haber sido una primera víctima del atormentado Jeffrey Dahmer. 
Al año siguiente, su padre abandonó el hogar, y al poco tiempo, el 18 de junio, el chico se venga recogiendo en la carretera a un autoestopista, a quién llevó a su casa y asesinó, luego metió el cuerpo en un saco de basura y lo arrojó por un barranco. 
Después de esto, entró en una crisis depresiva y renunció a seguir viviendo, pero su padre lo envió a la Universidad. Allí también fue rechazado por su contínuo estado de embriaguez, y en diciembre de 1978 su padre lo obliga a alistarse en el ejército, pero sus continuas borracheras no cesan. Al licenciarse va a vivir con su abuela, en donde muestra una posible reinserción, pues comienza a ir a la iglesia, a leer la Biblia e incluso reduce su dosis de alcohol y encuentra trabajo en una fábrica...
Pero poco le duró esa vena. Al poco tiempo comenzó de nuevo a masturbarse insistentemente e incluso robó un maniquí de una tienda, que le hacía las veces de compañero sexual. También empezó a frecuentar las saunas de Milwaukee, en donde se daban cita algunos homosexuales para tener relaciones anónimas e impersonales, pero le resultaba difícil conseguir la erección mientras sus parejas estaban despiertas, por lo que optó por drogarlos con somníferos antes de mantener una relación sexual. Después de esto, ninguno de sus amantes cuando volvían en sí querían volver a saber más de él, por lo que creyó más oportuno buscar un cadáver para satisfacer sus instintos sexuales.
Esa misma noche, tras asistir al funeral de un joven de dieciocho años, fue a desenterrarlo al cementerio, pero no lo consiguió por que el suelo estaba congelado debido a las bajas temperaturas.
En septiembre de 1986 es arrestado por exhibicionismo indecente y desembocó a su primer análisis psicológico, siendo diagnosticada una personalidad peligrosa. 
Un año después mataba por segunda vez. Esta vez se trataba de un joven negro al que ofreció una bebida dopada. Dahmer se despertó al día siguiente encima de un cuerpo ensangrentado, pero afirma no recordar nada de lo que pasó aquella noche. Lo que sí revive es cómo tras levantarse mete el cadáver en el armario y sale a comprar una gran maleta para trasladar el cuerpo a casa de su abuela. Allí cuenta que lo guardó en el sótano y lo desmembró, envolviendo la cabeza en una manta y guardándola en una estantería para hervir más tarde el cráneo y blanquearlo. 
Después de eso, Dahmer comienza a matar siempre que tenía ocasión. Seguía el mismo modus operandi: primero el flirteo ofreciendo dinero a cambio de sexo, luego les ofrecía bebida con somnífero y finalmente los estrangulaba. Después de matar a su víctima se quedaba abrazando el cadáver, pensando en cómo conservar las cabezas y formar una especie de altar en la habitación adornado con los huesos. 
Dahmer seguía la predecible pauta de los asesinos en serie. Empezó matando cautelosamente asustado por sus crímenes. Luego el ritmo aumenta y se convirtió en una máquina de matar más efectiva. Está más que demostrado que estos asesinos con el tiempo se vuelven arrogantes y despreocupados convencidos de que no pueden ser apresados por ningún ser mortal, creyendo tener máximo poder y autoridad sobre los demás. 
Dahmer mostraba muchas características de asesino organizado: acechaba a sus víctimas, les engañaba para llevárselos a su apartamento con la promesa de dinero y favores y después de la muerte ocultaba las pruebas de los crímenes, pero también daba muestras de ser un criminal desorganizado: realizaba actos sexuales con sus víctimas después de la muerte, consumía su carne y sangre, las mutilaba y conservaba algunas partes como recuerdos. Esta mezcla de delincuente organizado y desorganizado es lo que se denomina un asesino ´mixto´. 
En una ocasión, una de sus víctimas logró marcharse antes de que las drogas surtiesen efecto, y la policía efectuó un registro de la casa, pero afirmaron no haber hallado nada... 
El 30 de enero de 1989 fue declarado culpable de atentado contra el pudor en segundo grado, por seducir a un menor de 13 años con propósitos indecentes, y antes de comenzar a cumplir la condena de un año de cárcel, mató otro joven, guardó el cuerpo en el cuarto de baño y para su mayor satisfacción sexual lo mutiló y le pintó el cráneo con aerosol. 
En marzo de 1990 se trasladó a vivir a un deteriorado piso, en dónde adquirió una larga mesa y dos grifos de plástico para extender los cuerpos de sus víctimas. Allí tomaba fotos de sus amantes con una cámara Polaroid una vez muertos. Luego, congelaba los órganos, comía parte de la carne y hervía el resto en una enorme olla antes de echarlos en un gran contenedor de basura preparado con ácido. 
Normalmente, el caníbal rajaba los cuerpos desde el cuello hasta la ingle frotando las vísceras para procurarse un mayor placer sexual, pero llegó un momento en que este placer no era suficiente y con sus víctimas pensó en crear "zombis" o muertos en vida que pudiera conservar sin que se deteriorasen, agujereando los cráneos e inyectándoles un líquido. 
A veces se bañaba en compañía de los cadáveres. En la nevera guardaba los corazones, en el congelador las cabezas, en el fichero los cráneos y en la cama un cuerpo descompuesto. Así lo contaron los policías que registraron su casa horrorizados una vez que lograron arrestarlo el 23 de julio tras la denuncia de otra víctima que logró fugarse de su casa. 
El joven, atado con unas esposas, había alertado a la policía diciendo que un hombre con un cuchillo le había amenazado con arrancarle y comerle el corazón. 
Cuando la última víctima escapó de su apartamento en medio de la agresión, el asesino aguardó tranquilamente a que llegara la policía y no hizo ningún esfuerzo por destruir u ocultar la gran cantidad de pruebas que guardaba en su domicilio: centenares de fotografías de sus víctimas tanto muertas como vivas, cráneos y partes del cuerpo en bidones, cajas y en el congelador. 
Según su abogado, si no se había resistido es porque deseaba terminar con todo aquello. Deseaba ofrecer a la policía una declaración completa de lo que había hecho, puesto que no podía culpar a nadie salvo a él mismo. 
Según Park Dietz, psiquiatra forense que actuó como consultor en el estudio sobre asesinos en serie del FBI, Dahmer encaja perfectamente en la subcategoría que se denomina ´marginal´: una persona propensa a la furia asesina si cree que está siendo abandonada, con una perversión capaz de realizar actos sexuales con la víctima una vez muerta. El desorden de esta personalidad marginal está marcada por el miedo al abandono y la incapacidad de tolerar el aislamiento o el aburrimiento. Una teoría habitual es que puede relacionarse con abusos en la infancia. La gente que teme el abandono puede sentirse ultrajada cuando alguien que desean que se quede va a marcharse. En este sentido, el asesino en serie normal llega a serlo por su carácter antisocial o por tener fallos de carácter y también a través de desviaciones sexuales, normalmente sádicas y necrofílicas. 
Muchos niños que no reciben la atención que ansían en casa, la buscan en la escuela. Dahmer lo hizo con sus extravagancias y su comportamiento muchas veces cómico, pero terminó siendo marginado. No sólo se sintió fracasado en su casa, también en la escuela, en la Universidad y en el Ejército. Era evitado y humillado, puesto de lado. Eso debió dejarle con una terrible sensación de angustia y desamparo. Por ese motivo proyectó sus sentimientos sobre sus víctimas. Las humillaba, las descuartizaba y luego las dejaba de lado también. 
El juicio comenzó el 27 de enero de 1992. Desde el principio quedó claro que le impulsaba un trastorno mental, a pesar de que él hacía todo lo posible por disimular su trastorno. 
Dahmer se mostró tan sincero y cooperador como muchos otros asesinos en serie, sin embargo ni él mismo podía entender cómo había sido capaz de cometer todas aquellas atrocidades. Todos los presentes pudieron darse cuenta de hasta qué punto sus compulsiones y fantasías se habían apoderado de su mente, empujándole a seguir asesinato tras asesinato. 
Después del veredicto habló por primera vez al tribunal diciendo "Señor juez, todo ha terminado. Me siento mal por lo que hice a esas pobres familia y comprendo su merecido odio. Asumo toda la culpa por lo que hice. He hecho daño a mi madre, a mi padre y a mi madrastra, pero les quiero mucho." 
El Carnicero de Milwaukee fue sentenciado a un mínimo de 900 años, pero murió en la cárcel en 1994 asesinado a golpes por un recluso. Tras la noticia, los padres de Dahmer se pelearon por la posesión de su cerebro llegando incluso a enfrentarse ante los tribunales. La madre deseaba vendérselo a un hospital de investigación mental, mientras que el padre sólo deseaba enterrarlo lejos de todo el mundo y de su memoria. 
También los parientes de sus víctimas, representados por un abogado, consiguieron hacer negocio con los utensilios utilizados por el asesino para trocear y desangrar. Su nevera se subastó públicamente, al igual que todo tipo de cuchillos, sierras, picadoras y taladros. 
Un grupo de ciudadanos de Milwaukee compró el lote completo con intención de montar un "museo de los horrores" para la atracción de los turistas, pero al final no se atrevieron a llevar a cabo el proyecto y destruyeron el macabro legado del caníbal.

Jose Antonio Rodriguez Vega - El Violador de la Moto


Jose Antonio Rodriguez Vega - El Violador de la Moto

En su juventud, se había convertido en un agresor sexual, cometiendo varias violaciones en un número indeterminado, hasta que fue detenido e identificado como el célebre "violador de la moto". Fue condenado a 27 años de prisión, de los que cumplió solo ocho. Usando su poder de persuasión obtuvo el perdón de todas las mujeres que había violado menos el de una a la que no pudo engañar. No logró librarse de la cárcel, pero consiguió reducir su condena significativamente. A raíz de esa condena, su sorprendida esposa, le abandona y se lleva al único hijo de la pareja. Entonces él se buscó como compañera a una mujer disminuida mental. 
Sigue con una vida conyugal claramente poco satisfactoria durante la que lleva a cabo una doble vida: se esfuerza de ser un marido modelo mientras es un violador al acecho. 
José Antonio, joven, bien parecido, de maneras amables y gran seductor, es un hombre moreno de mirada penetrante, nariz aguileña y boca muy marcada. Además, se le suele caracterizar por un rasgo: su rostro de buena persona. Pero pese a su aspecto inofensivo, fue inculpado de al menos 16 asesinatos de ancianas, a las que previamente había violado.
A pesar de eso, durante un año (de abril de 1987 a abril de 1988), y sin la más absoluta impunidad, asesinó a dieciséis ancianas, aunque no se descarta algún otro crimen no denunciado.
Finalmente, cometería algunos errores que acabarían delatándole:
En la casa en la que mató a Margarita González de 82 años, la policía encontró signos de violencia en lo que otra vez parecía un caso de muerte natural.
En su siguiente crimen, otro error, nuevos signos de violencia, esta vez sangre en el cadáver de Natividad Robledo, una viuda de 66 años, que mostraba claramente haber sido violentada. A otra de sus víctimas de le encontró la dentadura postiza clavada dentro de la garganta.
Finalmente, en una de las casas fue hallada una tarjeta con el nombre y dirección del presunto culpable... y poco después se producía la detención.
La policía comprendió en fin que tantas muertes de ancianas no era una epidemia.
El 19 de mayo de 1988 José Antonio era detenido y confesaba sus fechorías a la policía.
Cuando se registró su apartamento, la policía se encontró con un cuarto decorado en rojo en el que guardaba su secreto. 
Antonio tenía expuesta una colección de fetiches pertenecientes a sus víctimas, su particular museo de los horrores: joyas, televisores, alianzas, porcelanas, imágenes de santos, cada uno de ellos en memoria de los crímenes que había cometido...
No lo guardaba por el valor de lo robado, sino por el valor que tenía para su morboso recuerdo.
Este hombre es una persona muy ordenada, podemos decir que casi maniático del orden, y aquélla habitación parecía una pequeña exposición, los objetos estaban colocados casi expuestos, a manera de fetichismo.
Sin embargo, durante el juicio celebrado en Santander a finales de noviembre de 1991, niega todo por lo que se le acusa, y dice que las 16 muertes por las que fue condenado eran debidas a causas naturales. 
Rodríguez Vega se descubrió allí como un ególatra con afán de protagonismo que miraba fijo a las cámaras, sin huir ni taparse, deseoso de que se conociera su cara. Era sin duda el rostro de un asesino imperturbable, sonriente y cínico ante los insultos de los familiares de las víctimas, que alardeaba del perdón que le concedieron las mujeres que violó y de ser recibido después en las casas de esas mujeres. 
También alardeó de no tener problemas sexuales, afirmando que hacía el amor todos los días.
Luego, declaró que actuaba movido por un sentimiento de odio hacia su suegra y hacia su madre, a la que temía por un lado y por la que se sentía atraído sexualmente desde niño por otro.
Los psiquiatras tuvieron que discernir si se trataba de un psicópata desalmado o de un ser humano con las facultades mentales perturbadas. 
Sus informes fueron concluyentes:
"Conserva inalterado su sentido de la realidad y es capaz de gobernar sus actos, siendo resistente a los tratamientos, lo que ensombrece su pronóstico: su peligrosidad es muy alta". 
"Llegamos a la conclusión de que su imputabilidad era plena, por que su inteligencia era absolutamente brillante. Era un psicópata, con esa característica de ese grupo de psicópatas, esa frialdad clásica, sin remordimientos, no se conmueven, es un personaje verdaderamente hecho para el crimen..."
Estos informes psiquiátricos son determinantes, lo consideran un perverso sexual, una máquina de matar que distingue el mal, y por ello fue sentenciado a 440 años de cárcel, cumpliendo la pena máxima.
Desde entonces, ha ido de cárcel en cárcel estudiando derecho, pues sigue negando los crímenes y se ha empeñado en demostrar que es inocente.
En Caravanchel, José Antonio intimó con otro conocido asesino en serie español, Manuel Delgado Villegas "El Arropiero". 
Los funcionarios de la prisión comentaban asombrados y divertidos por la situación, cómo entre ambos se había producido una macabra rivalidad entorno a cómo habían acabado con la vida de sus víctimas...
Incluso había concedido entrevistas en las que se enorgullecia de sus actos y pronunciaba frases del estilo:
" Todos los hombres han sentido alguna vez deseos de violar a su madre". "Yo digo 'hola' en un medio de comunicación y me pagan cien mil pesetas"
"Todas las víctimas me recordaban a mi madre y a mi suegra, que eran unas sinvergüenzas y veneno."
"Cuando recordaba a mi madre y a mi suegra me entraba una especie de excitación, de vergüenza inconsciente, de agresividad pensando en lo que me habían hecho. Tenía un temblor y escalofríos y me sentía llevado."
"Me sorprende cómo aún están vivas mi madre y mi suegra. Desgraciadamente, han pagado estas estimadas señoras."
"Con la mayoría de las ancianas que maté hice el amor con su consentimiento o me incitaron a ello."
"Tras hacer el amor o algunos manoseos les tapaba la boca a consecuencia del impulso que sentía, y desistía tras un rato."
"Desconocía si las ancianas quedaban vivas o muertas."
José Antonio, tiene 44 años, había llegado 48 horas antes a la prisión salamantina de Tropas, procedente de la prisión de Murcia. Desde que ingresara en prisión, el 24 de mayo de 1988, siempre estuvo calificado en primer grado, el reservado a los más peligrosos. 
Su Ejecución a manos de Otros Reclusos
Jueves, 24 de Octubre de 2002, sobre las nueve de la mañana de ayer, Rodriguez Vega salió al patio de la tercera galería del módulo de aislamiento acompañado de siete reclusos. A las once y cuarto, se desató una disputa entre el 'asesino de ancianas' y tres internos: FMG, que le golpeó con un calcetin en cuyo interior escondía una piedra, EVG y DRO, portaban sendos estiletes que clavaron una y otra vez en el cuerpo del psicópata de Santander, mientras el resto de los presentes se mantenía al margen.
Entonces, el leonés Enrique Valle González y el coruñés Daniel Rodríguez Obelleiro sacaron sus pinchos. 'Empezaron por apuñalarle en la nuca', cuenta el citado funcionario de Topas, 'luego en la cabeza; le sacaron los ojos e incluso masa encefálica... Imagine la frialdad de Enrique, que se detuvo un rato a afilar el pincho en el suelo para sentarse después sobre la barriga de su víctima, ya cadáver, y convertirle el pecho en un colador, empuñando el pincho con las dos manos. En total fueron 113 puñaladas' 
El funcionario de servicio, al ver lo que sucedía, entró en el patio, pero FMG y DRO salieron a su encuentro, este último esggrimiento el punzón. Uno de ellos le advirtió: "¡Qué quieres defender a un violador! ¿Vete que te meto!". Mientras EVG seguia atacando a Rodriguez vega, sin que el trabajador de prisiones pudiera hacer nada por evitarlo.
Una vez conxumada la sentencia, los reclusos, con absoluta tranquilidad, entregaron a los funcionarios sus armas. Los autores fueron llevados a celdas de aislamiento.
Vega, según la primera inspección ocular, tenía una treintena de heridas de arma blanca en el pecho, y hasta un centenar por el resto del cuerpo. Un impresionante charco de sangre rodeaba su cadaver.
José Antonio Rodriguez Vega recibió sepultura el 25 de Ocubre e 2002 en un nicho común. En la ceremonia sólo estuvieron los dos enterradores.

_________________

º